Chema Mansilla
Editor - Cine y TV¿Cuándo un regalo no es un regalo? Bueno, pues cuando es una trampa. Y eso es lo que me hizo el otro día mi amigo y Jefe de Contenidos de 3DJuegos, mi obsesión con Skyrim. Pero esto es como esas otras cosas de la vida, que la primera es gratis y cuando te quieres dar cuenta son las 3 de la mañana, tienes los ojos como platos, no has cenado y ahí andas tú engorilado, peleándote con gnomos por lugares siniestros mal iluminados.
Y que conste: la culpa no es toda de Alberto. La semilla del desastre ya estaba en mí, cultivada desde pequeño por el mito artúrico. Por esas historias de espadas encantadas, reyes heridos y cálices sagrados. Ese cóctel de leyenda medieval, cristianismo retorcido y esoterismo que te atrapa como un grimorio. Porque Tainted Grail: The Fall Of Avalon no solo es un buen RPG de mundo abierto: es una reinterpretación fascinante de todo un universo mitológico y simbólico. Y, lo peor de todo: me ha hecho olvidarme de Skyrim. Sí, Bethesda, esto no lo veías venir.
El legado dual del Rey Arturo
Pocas leyendas han dejado una huella tan indeleble en la cultura occidental como la del Rey Arturo. El Mito Artúrico ha perdurado durante siglos porque encarna temas universales, como la lucha entre el bien y el mal, la búsqueda de la verdad y la transformación personal, que van de la mano al asentamiento en la cultura popular de los valores asociados al Cristianismo. Además, su rica amalgama de historia, mitología y simbolismo espiritual ha convertido a estas leyendas en un referente ineludible que sigue moldeando la identidad cultural y artística de Occidente, desde los cantares de gesta medievales hasta adaptaciones en cómic, cine y, cómo no, videojuegos. En ese tránsito, su forma se ha deformado tanto como se ha ampliado su fondo. Lo interesante es que Tainted Grail: The Fall of Avalon, obra del estudio polaco Awaken Realms, no solo recoge ese testigo, sino que lo retuerce para ofrecernos una versión decadente y extrañamente adictiva del mito.
Tainted Grail: The Fall of Avalon retuerce para ofrecernos una versión decadente y extrañamente adictiva del Mito Artúrico
Aquí Avalon no es un edén de descanso eterno, lugar de reposo eterno del rey que es y será, Arturo Pendragon. Es una tierra agónica, asediada por fuerzas corruptas, donde el héroe no busca coronas sino fragmentos de un alma rota. Porque sí, el propio Arturo está aquí, pero convertido en un espíritu quebrado. No se trata solo de salvar un mundo, sino de recomponer lo que queda de su esencia. Y de la nuestra, si nos ponemos simbólicos.
Avalon y la descomposición del ideal de caballería
En Tainted Grail, Avalon es lo opuesto a lo que el imaginario colectivo nos ha vendido durante siglos. No hay islas de bucólica niebla ni barcas mágicas que nos llevan a descansar más allá del horizonte. Solo ruinas, niebla tóxica y enemigos que parecen salidos de las pesadillas de Lovecraft. Avalon ha dejado de ser refugio para convertirse en purgatorio. Y en esa visión crepuscular, tan presente en la narrativa contemporánea, encontramos un cuestionamiento de los valores tradicionales del heroísmo, la redención y la virtud.
Lo que antes era símbolo de sanación espiritual ahora se presenta como una tierra donde la divinidad y su paladín se han olvidado de su gente. Y es el jugador quien debe decidir si hay algo aún salvable, o si todo merece arder. Es un giro valiente y emocionalmente potente, que se percibe más en cada interacción con los principales NPC que en cada golpe de espada.
La fragmentación de Arturo y la búsqueda iniciática
El alma de Arturo se halla rota. Literalmente. Y como buen caballero errante (aunque más bien parezcamos un mercenario con resaca), debemos encontrar esos fragmentos y devolverle su integridad espiritual. Este mecanismo, que podría haber sido un simple coletazo narrativo, en Tainted Grail adquiere connotaciones casi alquímicas.
Porque cada pedazo de Arturo no solo es una excusa para avanzar en el juego, sino una etapa más de una transformación interna. Es una suerte de ritual de iniciación que remite directamente a la simbología hermética y a las enseñanzas esotéricas tradicionales. Como si el juego no solo nos propusiera una historia de fantasía, sino un camino iniciático. Uno que pasa por una recomposición y un renacimiento. Sí, sé que en general la cosa va de hacerse con una buena espada, mejorar tus estadísticas y ponerte a subir niveles a base de matar enemigos. Pero siempre hay algo más si lo buscas.
Excálibur, sociedades secretas, ocultismo y teúrgia
A lo largo de la historia, sociedades como los rosacruces, los templarios y los masones han encontrado en el mito artúrico no solo relatos llenos de caballeros y heroísmo, sino auténticas herramientas de conocimiento y transformación personal. Estos símbolos milenarios, cargados de elementos arcanos y enseñanzas que han sobrevivido durante milenios, han servido de brújula para quienes buscaban en los misterios de lo divino y lo oculto la llave para descifrar su existencia. En la actualidad, Tainted Grail: The Fall of Avalon se presenta, tal vez de manera involuntaria, como un nuevo vehículo cultural que encarna esa tradición, ofreciendo una revisión de ciertos códigos que han permeado la cultura pop occidental.
Camelot como mandala cósmico
El hermetismo parte de una idea simple pero poderosa: "como es arriba, es abajo". Camelot, con su legendaria Mesa Redonda en el centro, encarna este principio, ya que refleja un orden universal en el que la sinergia entre sus caballeros traduce la armonía que trasciende toda lucha física. Sin embargo, en Tainted Grail ese ideal se resiente; la Mesa ha desaparecido, está incompleta y el orden ha colapsado, dejando al macrocosmos herido. La misión del jugador se reinventa: restaurar ese equilibrio perdido no como héroe inmaculado, sino como superviviente marcado por la oscuridad, emulando así la incesante búsqueda de coherencia que ha caracterizado a las sociedades secretas a lo largo de la historia.
Excalibur y el Grial: más que armas y objetos
En la visión esotérica, Excalibur no es únicamente una espada legendaria, sino la herramienta definitiva para romper las ilusiones que ciegan la verdad. Su filo, capaz de cortar los velos que ocultan lo real, nos exige enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestros miedos y dudas internas, descartar lo ilusorio y lo falso y mostrarnos la realidad, es una herramienta de conocimiento, de iluminación. De la misma manera, el Grial trasciende su imagen de receptáculo sagrado; simboliza la unión con lo divino y el anhelo de regeneración espiritual. En Tainted Grail, estos símbolos se desdibujan ya desde su mis presentación estética: Excálibur pasa de ser un filo luminoso, una materialización de la luz solar, a una espada oscura encadenada a una maldición.
La Dama del Lago y Merlín: portavoces de la sabiduría oculta
Si Excalibur y el Grial son los emblemas de la lucha contra la ignorancia y del deseo de trascendencia, la Dama del Lago y Merlín representan también la mediación entre el mundo tangible y el universo de lo arcano. La Dama del Lago, con su aura de misterio y su inquebrantable conexión con lo femenino divino, actúa como puente entre la vida y la muerte, la luz y la sombra, y el lago una fuente de purificación que se ramifica hacia los ritos de purificación y bautismales. Qué curioso que en Tainted Grail una de las primeras localizaciones que encontramos en el mapa es un lago de sangre en el que se han realizado sacrificios humanos.
Merlín, en tanto, es el mentor ancestral que guía a los iniciados a través del laberinto del conocimiento, desvelando secretos que solo los verdaderos buscadores llegan a comprender. Es el iniciado, el guía, y el maestro. Su presencia en el juego es residual, pero las herramientas que ha dejado tras él, su legado, son unas grandes ayudas para que el jugador complete su camino. Juntos, estos dos arquetipos no solo enriquecen la narrativa artúrica, sino que también inspiran la transformación interna que ha sido el pan de cada día para las sociedades herméticas.
El peregrinaje teúrgico en Avalon: la muerte de Arturo como renacer
En esta interpretación, la muerte de Arturo se revela no como un final fatal, sino como el punto culminante de un ciclo iniciático destinado a la regeneración del espíritu. Ahí es dónde empieza el argumento del juego, con Arturo despertando en paralelo al arranque de nuestro viaje. Al fragmentarse su ser, se abre la posibilidad de reconstruir un legado a partir de la total integración de cada experiencia vivida, proceso similar al derrumbe y resurgimiento de viejos paradigmas.
El viaje por Avalon, tan oscuro como revelador en Tainted Grail, se convierte en un peregrinaje teúrgico: cada criatura vencida y cada pedazo de Arturo recuperado son pasos esenciales hacia la consecución de una unidad perdida, un intento de restituir el equilibrio cósmico que alguna vez representó Camelot. La experiencia no es sencilla, pero justamente en el rigor de la prueba reside su poder transformador.
Así, la integración de símbolos esotéricos nos recuerda que el mito artúrico siempre ha sido más que simples cuentos de caballeros. Es un complejo sistema de códigos y rituales que, reinterpretado en medios contemporáneos como Tainted Grail, invita a la reflexión, al autoconocimiento y a equipar algún que otro objeto q mejores tu capacidad de asestar golpes críticos. Es un tema muy denso con mucha literatura detrás, pero si os interesa el tema yo os recomiendo el libro Figuras del destino: Mitos y símbolos en la novela artúrica medieval, de Victoria Cirlot. En un mundo donde el caos y la oscuridad parecen haberse instalado, esta narrativa nos reta a buscar en medio de las ruinas la posibilidad de renacer, a reconstruir y a convertir el dolor en una oportunidad de iluminación. Eso vale tanto para el Avalon de Tainted Grail como para el mundo real, creo.
¿Quién necesita Skyrim cuando tienes Avalon?
Bueno, pues yo, porque Skyrim siempre será "casa". Pero a veces está bien estirar la piernas videojueguiles y probar cosas nuevas. Lo que es interesante en este caso es que Tainted Grail se mirar sin sonrojo ninguno en los juegos de Bethesda, es más, ha logrado algo que no me esperaba, y es que me ha gustado mucho más que otras propuestas similares recientes, como Oblivion Remaster.
En el caso de Oblivion me ha parecido llamativo. Tras un primer o en el euq enetré en el juego muy fuerte, rápidamente me ha perdido. Y es que no no he encontrado demasiados motivos para permanecer en el juego más allá de la mejora gráfica. Tal vez porque el núcleo del juego ya lo viví originalmente en su momento. En cambio, Tainted Grail: The Fall of Avalon me ha devorado sin contemplaciones. Y eso que técnicamente se ve mucho más humilde. Creo que la clave es que no solo ha sabido reinterpretar una mitología que me fascina, sino que lo ha hecho sin complejos y una atmósfera muy personal en el que a la mezcla se añaden guiños a Giger o a la Saga Zelda. Así que sí, Alberto, me has fastidiado bien, porque ahora me gustaría estar jugando al Tainted Grail, pero he tenido que madrugar para venir a la oficina. Por otro lado, te lo agradezco. Porque necesitaba esto: una historia que me saque de Skyrim. Eso sí, el modo foto es un horror.
En 3DJuegos | Es fácil que te lo vendan como un clon de Skyrim, pero un solo botón hace que su combate sea infinitamente mejor
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