Vivimos en un momento complicado para el cine. Los cambios de los últimos años en la industria, como la aparición de las plataformas de streaming o la pandemia, han provocado que las salas de cine estén monopolizadas por las grandes producciones millonarias; las únicas que parecen ser capaces de arrastrar al público a compartir la experiencia de ver una película. De vez en cuando, se cuela algún estreno más particular que, por algún motivo, consigue llamar la atención, pero no es la norma. Incluso grandes producciones se han llevado batacazos económicos. Como decía, es un momento complicado. Por ello, el éxito de Flow es motivo de celebración: David contra Goliath, la experimentación contra lo mainstream, lo artesanal frente a lo digital...Bueno, en esto último habría que matizar. La cosa es que Flow opta a dos nominaciones a los Oscar y detrás de este suceso hay mucho que celebrar.
¿Qué hace especial a Flow?
Lo vivimos en el mundo de los videojuegos con Stray y ahora le llega el turno al cine: un gato es sinónimo de éxito. Hay algo en estos amiguitos peludos que consiguen enamorar al público (no en vano son los más queridos de Internet) y llevarse el protagonismo estén donde estén. Esta no deja de ser una decisión muy inteligente por parte de Gints Zilbalodis, el director y creador de la obra, puesto que con 4 millones de dólares como presupuesto hay que aprovechar todas las ventajas disponibles.
Bien, ya tenemos a un protagonista carismático, pero eso no es todo: hay que arriesgar. Flow podría haber sido una suerte de Gardfield parlanchín, pero lo cierto es que no dice ni "miau" en toda la película. Bueno, "miau" sí, pero no articula ni una sola palabra, nada de humanización. Flow es un gato con todas las de la ley. Y no solo él, es que la cinta no tiene ni un solo diálogo. Sí, esto puede parecer muy peligroso, pero existe un ejercicio de buen gusto que hace que con muy poco se te cuente mucho.

Lo primero sería el ritmo. Desde casi los primeros minutos, la película no da tregua en su acción. Gracias a los movimientos de cámara constantes (algunos desde la perspectiva del gato), es difícil aburrirse y todo sea dicho: si la película tiene que recurrir a sus toques de drama para apelar a lo más profundo del espectador, lo hace. Pero, ¿de qué va Flow? En España esta viene con el subtítulo "Un mundo que salvar", así que algo ya indica. Pese a la belleza de cada uno de sus paisajes y escenas, hay algo en este mundo de carácter distópico: resquicios de huellas humanas que tiempo atrás lo habitaron y cierto simbolismo onírico en su ser. No sabemos qué es lo que pasó, pero sabemos que el nivel del agua sube repentinamente, tragándose todo a su paso. Tan solo quedan algunas zonas fuera del alcance de esta y una barca en la que Flow y el resto de animales se subirán.
Pero lejos de centrarme en todos los detalles que hacen grande a esta obra (os recomiendo ir a verla), también es recomendable señalar la historia que hay detrás de ella. Al timón se encuentra un pequeño equipo letón que con financiación de diferentes países consiguen sacar este proyecto adelante con apenas 4 millones de dólares. Se ha realizado en su totalidad con Blender, un software libre al que cualquier medio con interés tendría de querer y, con todo ello, ha conseguido colarse entre los Oscar con dos nominaciones.

Más interesante es el hecho de que compite directamente con Pixel y Del Revés 2, una cinta de nada desdeñables 200 millones, muy querida en los últimos años y que también firma Disney, por supuesto. Ya hay quien habla de "revolución en el mundo de la animación", una categorización que, ciertamente, me parece un poco exagerada. Si vamos a hablar de poner patas arriba la industria y remodelar la tendencia, tenemos que pararnos en Arcane, El Gato con Botas: el último deseo o Spider-Man: Cruzando el multiverso. Pero cierto es que esta cinta coge ese retorno a una animación más tradicional (que sigue siendo digital) y le saca el máximo partido con los mínimos recursos.
Por ese ejercicio tan elaborado es por el que se merece al menos una de las dos estatuillas a las que ostenta. Flow ha hecho historia al ser la primera película de animación en colarse a "Mejor película internacional". ¿Será que por fin la animación será considerada como una herramienta más y no como un género separado? ¡No hay nada que no consigan los michis!
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